sábado, 27 de octubre de 2012

Comentario al Evangelio de Xavier Pikaza

Dom 28 X 12. Jericó, última parada (con un amigo, un rico, un ciego)

Domingo 30 tiempo ordinario. Ciclo B. Mc 10, 46-52. Jericó, la ciudad quizá más antigua del mundo, famosa por la “conquista” de los israelitas, con la colaboración de Rahab, la “buena hospedera” (Jc 2. 6), es también conocida por algunos relatos sorprendentes de los evangelios, entre ellos la parábola del Buen Samaritano, que bajaba del Jerusalén a Jericó (Lc 10) y, sobre todo, por la famosa entrada y salida de Jesús que aparece en el evangelio de hoy.
Jerusalén es la última parada de Jesús y de sus seguidores en el camino que sube al Reino, el lugar donde deben realizarse los últimos preparativos. La última parada, tras un duro ascenso, que algunos hemos hecho, será Jerusalén.

Evangelio del Trigésimo Domingo del Tiempo Ordinario

28 de octubre de 2012 (Marcos 10, 46-52)
La curación del ciego Bartimeo está narrada por Marcos para urgir a las comunidades cristianas a salir de su ceguera y mediocridad. Solo así seguirán a Jesús por el camino del Evangelio. El relato es de una sorprendente actualidad para la Iglesia de nuestros días.
Bartimeo es "un mendigo ciego sentado al borde del camino". En su vida siempre es de noche. Ha oído hablar de Jesús, pero no conoce su rostro. No puede seguirle. Está junto al camino por el que marcha él, pero está fuera. ¿No es esta nuestra situación? ¿Cristianos ciegos, sentados junto al camino, incapaces de seguir a Jesús?

jueves, 18 de octubre de 2012

Comentario al Evangelio del Domingo de Javier Pikaza

Dom 21.X.12. Los grandes les dominan: Contra la “clase” opresora y extractiva


Otra vez un texto fuerte. Jesús acaba de anunciarles que van a Jerusalén para ofrecer la vida al servicio del Reino de Dios, y ellos, empezando por los principales ‒los zebedeos‒ sólo piensan en “colocarse bien”, para alcanzar una cota mayor de poder (y aprovecharse así de los otros, como buenos políticos).
Éste es el “contrapunto” del Evangelio: Jesús está dispuesto a regalarlo todo (regalándose a sí mismo), de un modo inteligente y audaz, por el Reino de todos; pero aquellos que dicen seguirle sólo quieren dominar sobre la vida de los otros, ocupando los primeros puestos, en una línea de dominio social, político, económico y religioso, tomando el poder para ello.

Evangelio del Vigésimo Noveno Domingo del Tiempo Ordinario

21 de octubre de 2012 (Marcos 10, 35-45)
Mientras suben a Jerusalén, Jesús va anunciando a sus discípulos el destino doloroso que le espera en la capital. Los discípulos no le entienden. Andan disputando entre ellos por los primeros puestos. Santiago y Juan, discípulos de primera hora, se acercan a él para pedirle directamente sentarse un día "el uno a su derecha y el otro a su izquierda".
A Jesús se le ve desalentado: "No sabéis lo que pedís". Nadie en el grupo parece entender que seguirle a él de cerca colaborando en su proyecto, siempre será un camino, no de poder y grandezas, sino de sacrificio y cruz.

Domund 2012

jueves, 11 de octubre de 2012

Comentario al Evangelio del Domingo de Javier Pikaza



Dom 14.XI.2012. No caben los camellos ricos en un ojo de aguja

Mc 10, 17-30. Éste es un texto largo, al que dedico casi cien páginas en mi Comentario de Marcos. Aquí no puedo exponer su contenido, sino sólo una parte menuda, que se centra en el riesgo de la riqueza, que es doble:
La riqueza es riesgo para quien la tiene, pues tiende a divinizarla, hacerla un Dios (Mamón), destruyendo así los más hondos valores de la vida (y terminando por ser un cautivo de ella, incapaz de vivir en libertad y gozo). En esa línea se sitúa la mal-aventuranza de Lc 6: ¡Ay de vosotros los ricos…!, lo mismo que el pasaje del domingo pasado (Sant 5). Difícilmente puede el rico alcanzar la felicidad, es decir, el Reino de Dios, si no comparte lo que tiene, no sólo en el futuro, sino aquí, en este tiempo.
La riqueza es, en segundo lugar, un riesgo para los pobres, que quedan de esa forma a merced de los ricos, con riesgo de morir de hambre. Nuestra sociedad suele hablar más del riesgo de los pobres. En ciertos momentos, el evangelio insiste más en el riesgo de los ricos a los que hay que salvar de su riqueza, como decía León Felipe en un verso famoso:

Evangelio del Vigésimo Octavo Domingo del Tiempo Ordinario

Con Jesús en medio de la crisis


14 de octubre de 2012 (Marcos 10,17-30)
Antes de que se ponga en camino, un desconocido se acerca a Jesús corriendo. Al parecer, tiene prisa para resolver su problema: "¿Qué haré para heredar la vida eterna?". No le preocupan los problemas de esta vida. Es rico. Todo lo tiene resuelto.
Jesús lo pone ante la Ley de Moisés. Curiosamente, no le recuerda los diez mandamientos, sino solo los que prohíben actuar contra el prójimo. El joven es un hombre bueno, observante fiel de la religión judía: "Todo eso lo he cumplido desde pequeño".

viernes, 5 de octubre de 2012

Comentario al Evangelio del Domingo de Javier Pikaza

¿Puede el hombre expulsar a su mujer?


El evangelio de Marcos ha recogido aquí un pasaje escandaloso de Jesús, que se atreve a superar la “Ley sagrada de Moisés” que concede al varón el poder de “regular” el matrimonio, expulsando a la mujer que no le conviene, para situar la unión del hombre y la mujer a la luz de la Palabra original de Dios, que es principio de fidelidad y comunión personal para siempre
Éste no es un texto de ley, pues en ese plano bastaría la doctrina de Moisés, que concede al varón el poder sobre su esposa, u otra ley semejante, según las circunstancias de tiempos y lugares (como los nuestros, que son en este campo mucho más justos que los anterior en lo que se refiere a la ley del matrimonio).

jueves, 4 de octubre de 2012

Domingo Vigésimo Séptimo del Tiempo Ordinario

7 de octubre de 2012 (Marcos 10,1-12)
Los fariseos plantean a Jesús una pregunta para ponerlo a prueba. Esta vez no es una cuestión sin importancia, sino un hecho que hace sufrir mucho a las mujeres de Galilea y es motivo de vivas discusiones entre los seguidores de diversas escuelas rabínicas: "¿Le es lícito al varón divorciarse de su mujer?".
No se trata del divorcio moderno que conocemos hoy, sino de la situación en que vivía la mujer judía dentro del matrimonio, controlado por el varón. Según la ley de Moisés, el marido podía romper el contrato matrimonial y expulsar de casa a su esposa. La mujer, por el contrario, sometida en todo al varón, no podía hacer lo mismo.