Había pasado ya bastante tiempo desde que
Jesús se había presentado en su pueblo de Nazaret como Profeta, enviado por el
Espíritu de Dios para anunciar a los pobres la Buena Noticia. Sigue repitiendo
incansable su mensaje: Dios está ya cerca, abriéndose camino para hacer un
mundo más humano para todos.
Pero
es realista. Jesús sabe bien que Dios no puede cambiar el mundo sin que
nosotros cambiemos. Por eso se esfuerza en despertar en la gente la conversión:
"Convertíos y creed en esta Buena Noticia". Ese empeño de Dios en
hacer un mundo más humano será posible si respondemos acogiendo su proyecto.
Va
pasando el tiempo y Jesús ve que la gente no reacciona a su llamada como sería
su deseo. Son muchos los que vienen a escucharlo, pero no acaban de abrirse al
"Reino de Dios". Jesús va a insistir. Es urgente cambiar antes que
sea tarde.
En
cierta ocasión cuenta una pequeña parábola. Un propietario de un terreno tiene
plantada una higuera en medio de su viña. Año tras año, viene a buscar fruto en
ella y no lo encuentra. Su decisión parece la más sensata: la higuera no da
fruto y está ocupando inútilmente un terreno, lo más razonable es cortarla.