No a la guerra entre nosotros
Los judíos hablaban con orgullo de la Ley de Moisés.
Según la tradición, Dios mismo la había regalado a su pueblo. Era lo
mejor que habían recibido de él. En esa Ley se encierra la voluntad del
único Dios verdadero. Ahí pueden encontrar todo lo que necesitan para
ser fieles a Dios.
También para Jesús la Ley es importante, pero ya no ocupa el lugar
central. Él vive y comunica otra experiencia: está llegando el reino de
Dios; el Padre está buscando abrirse camino entre nosotros para hacer un
mundo más humano. No basta quedarnos con cumplir la Ley de Moisés. Es necesario abrirnos al Padre y colaborar con él en hacer una vida más justa y fraterna.
Por eso, según Jesús, no basta cumplir la ley que ordena “No matarás”. Es
necesario, además, arrancar de nuestra vida la agresividad, el
desprecio al otro, los insultos o las venganzas. Aquel que no mata,
cumple la ley, pero si no se libera de la violencia, en su corazón no
reina todavía ese Dios que busca construir con nosotros una vida más
humana.