No cerrar el horizonte
Ocupados
solo en el logro inmediato de un mayor bienestar y atraídos por
pequeñas aspiraciones y esperanzas, corremos el riesgo de empobrecer el
horizonte de nuestra existencia perdiendo el anhelo de eternidad. ¿Es un
progreso? ¿Es un error?. Hay dos hechos que no es difícil comprobar en
este nuevo milenio en el que vivimos desde hace unos años. Por una
parte, está creciendo en la sociedad humana la expectativa y el deseo de
un mundo mejor. No nos contentamos con cualquier cosa: necesitamos progresar hacia un mundo más digno, más humano y dichoso.
Por otra parte, está creciendo el desencanto, el escepticismo y la incertidumbre ante el futuro.
Hay tanto sufrimiento absurdo en la vida de las personas y de los
pueblos, tantos conflictos envenenados, tales abusos contra el Planeta,
que no es fácil mantener la fe en el ser humano.