No a la idolatría del dinero
El Dinero, convertido en ídolo absoluto, es para Jesús el mayor enemigo
para construir ese mundo más digno, justo y solidario que quiere Dios.
Hace ya veinte siglos que el Profeta de Galilea denunció de manera
rotunda que el culto al Dinero será siempre el mayor obstáculo que
encontrará la humanidad para progresar hacia una convivencia más humana.
La lógica de Jesús es aplastante: «No podéis servir a Dios y al Dinero».
Dios no puede reinar en el mundo y ser Padre de todos sin reclamar
justicia para los que son excluidos de una vida digna. Por eso no pueden
trabajar por ese mundo más humano querido por Dios los que, dominados
por el ansia de acumular riqueza, promueven una economía que excluye a
los más débiles y los abandona en el hambre y la miseria.
Una llamada escandalosa
La llamada al amor es siempre atractiva.
Seguramente, muchos acogían con agrado la llamada de Jesús a amar a
Dios y al prójimo. Era la mejor síntesis de la Ley. Pero lo que no
podían imaginar es que un día les hablara de amar a los enemigos.
Sin embargo, Jesús lo hizo. Sin respaldo alguno de la tradición
bíblica, distanciándose de los salmos de venganza que alimentaban la
oración de su pueblo, enfrentándose al clima general que respiraba en su
entorno de odio hacia los enemigos, proclamó con claridad absoluta su
llamada: «Yo, en cambio, os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen».
Su lenguaje es escandaloso y sorprendente, pero totalmente coherente con su experiencia de Dios.
El Padre no es violento: ama incluso a sus enemigos, no busca la
destrucción de nadie. Su grandeza no consiste en vengarse, sino en amar
incondicionalmente a todos. Quien se sienta hijo de ese Dios no ha de
introducir en el mundo odio ni destrucción de nadie.
No a la guerra entre nosotros
Los judíos hablaban con orgullo de la Ley de Moisés.
Según la tradición, Dios mismo la había regalado a su pueblo. Era lo
mejor que habían recibido de él. En esa Ley se encierra la voluntad del
único Dios verdadero. Ahí pueden encontrar todo lo que necesitan para
ser fieles a Dios.
También para Jesús la Ley es importante, pero ya no ocupa el lugar central.
Él vive y comunica otra experiencia: está llegando el reino de Dios; el
Padre está buscando abrirse camino entre nosotros para hacer un mundo
más humano. No basta quedarnos con cumplir la Ley de Moisés. Es
necesario abrirnos al Padre y colaborar con él para hacer la vida más
justa y fraterna.