3 de junio de 2012 (Mateo 28, 16-20)
En el núcleo de la fe cristiana en un Dios trinitario hay una
afirmación esencial. Dios no es un ser tenebroso e impenetrable,
encerrado egoístamente en sí mismo. Dios es Amor y solo Amor. Los
cristianos creemos que en el misterio último de la realidad, dando
sentido y consistencia a todo, no hay sino Amor. Jesús no ha escrito
ningún tratado acerca de Dios. En ningún momento lo encontramos
exponiendo a los campesinos de Galilea doctrina sobre él. Para Jesús,
Dios no es un concepto, una bella teoría, una definición sublime. Dios es el mejor Amigo del ser humano.
Los investigadores no dudan de un dato que recogen los evangelios.
La gente que escuchaba a Jesús hablar de Dios y le veía actuar en su
nombre, experimentaba a Dios como una Buena Noticia. Lo que Jesús dice
de Dios les resulta algo nuevo y bueno. La experiencia que comunica y contagia les parece la mejor noticia que pueden escuchar de Dios. ¿Por qué?
Tal vez lo primero que captan es que Dios es de todos, no solo de
los que se sienten dignos para presentarse ante él en el templo. Dios no está atado a un lugar sagrado. No pertenece a una religión.
No es propiedad de los piadosos que peregrinan a Jerusalén. Según
Jesús, "hace salir su sol sobre buenos y malos". Dios no excluye ni
discrimina a nadie. Jesús invita a todos a confiar en él: "Cuando oréis
decid: ¡Padre!".
Con Jesús van descubriendo que Dios no es solo de los que se
acercan a él cargados de méritos. Antes que a ellos, escucha a quienes
le piden compasión porque se sienten pecadores sin remedio. Según Jesús, Dios anda siempre buscando a los que viven perdidos. Por eso se siente tan amigo de pecadores. Por eso les dice que él "ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido".
También se dan cuenta de que Dios no es solo de los sabios y
entendidos. Jesús le da gracias al Padre porque le gusta revelar a los
pequeños cosas que les quedan ocultas a los ilustrados. Dios tiene menos problemas para entenderse con el pueblo sencillo que con los doctos que creen saberlo todo.
Pero fue, sin duda, la vida de Jesús, dedicado en nombre de Dios a
aliviar el sufrimiento de los enfermos, liberar a poseídos por
espíritus malignos, rescatar a leprosos de la marginación, ofrecer el
perdón a pecadores y prostitutas..., lo que les convenció que Jesús
experimentaba a Dios como el mejor Amigo del ser humano, que solo busca
nuestro bien y solo se opone a lo que nos hace daño. Los seguidores de Jesús nunca pusieron en duda que el Dios encarnado y revelado en Jesús es Amor y solo Amor hacia todos.
José Antonio Pagola
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