15 de julio de 2012 (Marcos 6, 7-13)
En la Iglesia se siente hoy la necesidad de una nueva evangelización.
¿En qué puede consistir? ¿Dónde puede estar su novedad? ¿Qué hemos de
cambiar? ¿Cuál fue realmente la intención de Jesús al enviar a sus
discípulos a prolongar su tarea evangelizadora? El relato de Marcos deja
claro que solo Jesús es la fuente, el inspirador y el modelo de la
acción evangelizadora de sus seguidores. Estos actuarán con su
autoridad. No harán nada en nombre propio. Son "enviados" de Jesús. No
se predicarán a sí mismos: solo anunciarán su Evangelio. No tendrán
otros intereses: solo se dedicarán a abrir caminos al reino de Dios.
La única manera de impulsar una "nueva evangelización" es purificar
e intensificar esta vinculación con Jesús. No habrá nueva
evangelización si no hay nuevos evangelizadores, y no habrá nuevos
evangelizadores si no hay un contacto más vivo, lúcido y apasionado con
Jesús. Sin él haremos todo menos introducir su Espíritu en el mundo.
Al enviarlos, Jesús no deja a sus discípulos abandonados a sus fuerzas.
Les da su "autoridad", que no es un poder para controlar, gobernar o
dominar a los demás, sino su fuerza para "expulsar espíritus inmundos",
liberando a las gentes de lo que esclaviza, oprime y deshumaniza a las
personas y a la sociedad.
Los discípulos saben muy bien qué les encarga Jesús. Nunca lo han
visto gobernando a nadie. Siempre lo han conocido curando heridas,
aliviando el sufrimiento, regenerando vidas, liberando de miedos,
contagiando confianza en Dios. "Curar" y "liberar" son tareas prioritarias en la actuación de Jesús. Darían un rostro radicalmente diferente a nuestra evangelización.
Jesús los envía con lo necesario para caminar. Según Marcos, solo
llevarán "bastón, sandalias y una túnica". No necesitan de más para ser
testigos de lo esencial. Jesús los quiere ver libres y sin ataduras; siempre disponibles, sin instalarse en el bienestar; confiando en la fuerza del Evangelio.
Sin recuperar este estilo evangélico, no hay nueva evangelización.
Lo importante no es poner en marcha nuevas actividades y estrategias,
sino desprendernos de costumbres, estructuras y servidumbres que nos
están impidiendo ser libres para contagiar lo esencial del Evangelio con
verdad y sencillez.
La Iglesia ha perdido ese estilo itinerante que sugiere Jesús. Su
caminar es lento y pesado. No acierta a acompañar a la humanidad. No
tenemos agilidad para pasar de una cultura a otra. Nos agarramos
al poder que hemos tenido. Nos enredamos en intereses que no coinciden
con el reino de Dios. Necesitamos conversión.
José Antonio Pagola
No hay comentarios:
Publicar un comentario