domingo, 29 de julio de 2012

Y no quiso hacerse rey. Coaching y bienaventuranzas



Dom 29 07 12. Domingo 17. Tiempo ordinario, ciclo B. Jn 6, 1-15.
Leí hace unos días un artículo de opinión de José Luis Barreiro (en Deia y el Correo Gallego), “imaginando” lo que haría Francisco de Asís si le nombraran algo así como Ministro de Economía de la Unión Europea, disfrutando como siempre de su sabiduría galaico-humanista.
Presenté ayer los 7 (8) principios del buen coaching (management, leadering, mentoring…) del gran gurú S. Covey, y los comentarios han sido “sabrosos”. Francho, mi coach/sparring (todos los días planeamos experiencias y tareas) me he dicho que no mezcle teología sería (que es lo mío) con éxito- o lucro-logía barata. En contra de eso, Íñigo me dice que es buena mi visión del tema, y Emilita insiste en la necesidad de precisar matices (como quiero hacer).

Sigo en el tema, pues el evangelio del domingo nos sitúa ante un ejemplo clave, en esa línea. No se trata de imaginar a Francisco de Asís gobernando, sino al mismo Jesucristo, a quien el pueblo le ofrecen el gobierno, y él rehúsa, quizá por falta con coaching-training/mentoring… o porque desconfía de su equipo “empresarial” (los Doce) o porque no acepta los supuestos de éxito (fast-food for ever, bread and fish) de los que parten sus “supporters” (o la gente del mercado).
El tema puede plantearse como un “drama” en tres actos:

a. Primer acto: Jesús da de comer (o enseña a compartir) a todos, en un gesto que evoca abundancia. Imaginaos que viene hoy el Cristo y da alimento (liquidez, dinero a espuertas sin condiciones de interés compuesto sin prima de riesgo, sin impuesto alguno) a los políticos y gentes del país y de la Comunidad Europea.
b. Segundo acto: Quieren nombrarle Rey (o Cesar/Kaiser, que suena mejor). Imaginemos la aparición mediática: Aparece Jesús Rey y van corriendo Rajoy y la Señora Merkel, con Hollande, Monti y compañía (incluso los siete sabios de Grecia), para coronarle (¡pues le han visto, en aparición real!), solucionando así todos sus problemas. Éste sería (de cumplirse) el fin de la historia (no el que imaginaba Fukuyama).
c. Tercer acto: Jesús se escapa. No deja que le agarren. Dice a Monti, Rajoy, Merkel y cía. que ellos son los responsables (con sus primos y primas del FMI y de las Big Corporations, que pueden macdonalizar el mundo, si les parecen, con buen coaching), que arreglen el problema de una vez, con los banqueros y los financieros económicos… Que él se va al monte, que tiene mucho que hacer (descansar, rezar etc.)... y llamar a los amigos de verdad, de esos que gustan el monte. Y añade que, si les parece, les deja las ocho (siete) bienaventuranzas. Que ven la manera de compararlas con los ocho (siete) hábitos del guru Covey (que acaba de ser arrebatado al Monte de la Vida). Siga quien quiera y vea por donde van los tiros, imagine, compare, decida.
Introducción al evangelio
La liturgia nos deja por unos domingos sin Marcos (¡pobre libro mío, entre las sola solo…!) y nos ofrece unos temas de Jn 6, que empiezan con la multiplicación de los panes. Dejo el tema de la multiplicación/alimentación (más comentado en mi blog), para fijarme en las palabras del final del texto, que recogen un recuerdo histórico.
Jesús aparece como “profeta del pan” (alimenta: enseña a compartir, da de comer a los pobres) y muchos de esos "pobres" pretenden “coronarle rey”, para tomar el poder (es decir, para comer sin problemas) y así imponer su dominio sobre el mundo. Al saber que le buscan y le quieren “utilizar” de esa manera, Jesús se retira a la montaña, es decir, no se deja utilizar por políticos y economistas.
Estamos ante un hecho histórico... Jesús ha rechazado un tipo de poder fácil, que proviene del entusiasmo de las masas (¡nunca habría aceptado el poder a partir de una elecciones como las usuales en nuestro tiempo!)... Jesús ha rechazado el poder que se alcanza a través de un tipo de manipulación y que se ejerce como imposición. Ha buscado y promovido una transformación más honda de las personas y de las relaciones sociales.
Pero también es histórico el hecho de que Jesús, al final de su vida, Jesús subió a Jerusalén para “anunciar y preparar la llegada del reino de Dios”, haciendo así (de otra manera) lo que querían tras la multiplicación: ¡Que se hiciera el Rey, que trajera el Reino! Jesús subió al fin a Jerusalén, para proclamar y traer el Reino, pero lo hizo “de otra manera”… como saben los que han venido leyendo este blog (y como seguiré diciendo).
Jesús fue un buen coach, un entrenador eficiente... y así eligió y dirigió a Doce para que fueran signo del Reino que viene... Pero los Doce no le siguieron del todo, las autoridades no vieron las ventajas de su plan... y le acabaron matando (pero ésta es una historia mil veces contada, hoy me limito a presentar el texto de Juan):
Texto. Juan 16, 1-15
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: "¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?" Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe contestó: "Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo."
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?" Jesús dijo: "Decid a la gente que se siente en el suelo." Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: "Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie." Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido.
La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: "Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo." Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo (Jn 6, 1-15).
No se dejó hacer Rey, pero al fin subió a Jerusalén para que reinara Dios
Precisamente para anunciar y proclamar un Reino que no era el que querían sus “suppoters”, Jesús no quiso que le coronaran Rey (Manager Universal) en Galilea/Golán/Decápolis por haber dado de comer a la gente... Se fue y les dejó con sus panes económicos puros (él quería otro tipo de pan compartido), les dejó con sus problemas de gobierno (que terminaría en el guerra del 67-70, para seguir iguales hasta hoy).
Renunció de esa manera a un Reino de Economía monetaria y de Guerra (las riquezas deben defenderse con las armas), y subió más tarde desarmado a Jerusalén, realizando el gesto supremo de “insumisión” social y militar… en la línea de las bienaventuranzas.
No voy a comentar todo lo que está al fondo del texto. Me voy a limitar a poner, uno al lado del otro, los dos esquemas: (a) El de los 7/8 hábitos de Covey (para alcanzar el Reino, a través de la Buena y Santa Empresa)... o para mejorar el mundo... (b) El de las 7/8 bienaventuranzas de Mateo, que nos ponen en situación de Reino. Lo hago en forma de anuncio... El tema de fondo puede esperar (o lo desarrolla cada uno de los lectores del blog):
Pongamos (uno al lado de otro) los dos esquemas:
‒ Los siete hábitos de Covey empiezan con la autoafirmación: Be proactive… Sé tú mismo y actúa, defínete y afírmate para triunfar… evidentemente en un triunfo que sea bueno para todos (Covey es en el fondo humanista). Es claro que Covey quiere la felicidad y parte de ella. Pero ésta es la felicidad del self-made man, del hombre que logra afirmarse, con metas y medios, con sinergias y comunicaciones, pero al servicio de la rentabilidad.
De un modo significativo, estos siete hábitos culminan en el octavo, más excelente: En el fondo de todo está siempre la certeza (y la meta) de que tú seas “mejor”, siempre mejor, excelente. No hace falta añadir que “no seas de la masa o plebe, de la clase de tropa” (San Josemaría Escrivá)…, pues se supone. Al final de todo está su propio triunfo.
‒ Las siete bienaventuranzas de Jesús empiezan con la visión del otro (del pobre…). Lo primero no soy yo, aunque sea un yo en riesgo de pecado y dislocamiento (como supone incluso el primer gran coach moderno de occidente: San Ignacio de Loiola)… Lo primero son los pobres y la capacidad que tengo de sintonía con ellos (de verles, escucharles, sentirles….). Ciertamente, las bienaventuranzas se centran en la “misericordia activa” (en la capacidad de ayudar a los demás, incluso creando buenas empresas para ello, con buen coaching…) y culminan en la pacificación activa… Ellas implican una acción fuerte, pero una acción que brota del descubrimiento del otro y de la aceptación del llanto…
De un modo significativo… las siete bienaventuranzas culminan no en la “excelencia” y triunfo del que así actúa, sino en el riesgo de la persecución. Quien así actúe esté dispuesto a que le persigan…
Dejo así el tema, no quiero ser más largo…
Lo dejo así con las tres imágenes clave del día de hoy.
a. En el principio del camino de Jesús está dar de comer al hambriento (compartir el pan…)
b. En el centro está la tentación de hacerle/hacerse rey: aprovechar el poder del pan y convertirlo en poder sobre los otros…
c. En la meta está la “huída”. Jesús se va al monte, no para armar una banda de guerrilleros (como es la tradición hispana, desde Viriato hasta al Cura Merino, el Cura Santa Cruz y los carlistas del 1936)… Se va al monte para orar, para ser el mismo.
Buen fin de semana a todos. Es posible que tengamos que seguir con el tema. 
Xavier Pikaza (http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2012/07/26/p319189#more319189)

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