Fe sencilla

Pero, de nuevo, el relato de Lucas va a ser desconcertante. Cuando
los padres se acercan al Templo con el niño, no salen a su encuentro los
sumos sacerdotes ni los demás dirigentes religiosos. Dentro de unos
años, ellos serán quienes lo entregarán para ser crucificado. Jesús no encuentra acogida en esa religión segura de sí misma y olvidada del sufrimiento de los pobres.
Tampoco vienen a recibirlo los maestros de la Ley que predican sus
“tradiciones humanas” en los atrios de aquel Templo. Años más tarde,
rechazarán a Jesús por curar enfermos rompiendo la ley del sábado. Jesús no encuentra acogida en doctrinas y tradiciones religiosas que no ayudan a vivir una vida más digna y más sana.
Quienes acogen a Jesús y lo reconocen como Enviado de Dios son dos
ancianos de fe sencilla y corazón abierto que han vivido su larga vida
esperando la salvación de Dios. Sus nombres parecen sugerir que son
personajes simbólicos. El anciano se llama Simeón (“El Señor ha
escuchado”), la anciana se llama Ana (“Regalo”). Ellos representan a tanta gente de fe sencilla que, en todos los pueblos de todas los tiempos, viven con su confianza puesta en Dios.
Los dos pertenecen a los ambientes más sanos de Israel. Son conocidos como el “Grupo de los Pobres de Yahvé”. Son gentes que no tienen nada, solo su fe en Dios.
No piensan en su fortuna ni en su bienestar. Solo esperan de Dios la
“consolación” que necesita su pueblo, la “liberación” que llevan
buscando generación tras generación, la “luz” que ilumine las tinieblas
en que viven los pueblos de la tierra. Ahora sienten que sus esperanzas
se cumplen en Jesús.
Esta fe sencilla que espera de Dios la salvación definitiva es la fe de la mayoría.
Una fe poco cultivada, que se concreta casi siempre en oraciones torpes
y distraídas, que se formula en expresiones poco ortodoxas, que se
despierta sobre todo en momentos difíciles de apuro. Una fe que Dios no
tiene ningún problema en entender y acoger.
José Antonio Pagola
2 de febrero de 2014
Presentación del Señor (A)
Lucas 2, 22-40
Presentación del Señor (A)
Lucas 2, 22-40
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