¿Por qué somos tan cobardes?

El relato es breve. Todo comienza con una orden de Jesús: «Vamos a la otra orilla».
Los discípulos saben que en la otra orilla del lago Tiberíades está el
territorio pagano de la Decápolis. Un país diferente y extraño. Una cultura hostil a su religión y creencias.
De pronto se levanta una fuerte tempestad, metáfora gráfica de lo
que sucede en el grupo de discípulos. El viento huracanado, las olas que
rompen contra la barca, el agua que comienza a invadirlo todo, expresan
bien la situación: ¿Qué podrán los seguidores de Jesús ante la
hostilidad del mundo pagano? No solo está en peligro su misión, sino incluso la supervivencia misma del grupo.
Despertado por sus discípulos, Jesús interviene, el viento cesa y
sobre el lago viene una gran calma. Lo sorprendente es que los
discípulos «se quedan espantados». Antes tenían miedo a la
tempestad. Ahora parecen temer a Jesús. Sin embargo, algo decisivo se ha
producido en ellos: han recurrido a Jesús; han podido experimentar en él una fuerza salvadora que no conocían; comienzan a preguntarse por su identidad. Comienzan a intuir que con él todo es posible.
El cristianismo se encuentra hoy en medio de una «fuerte tempestad» y el miedo comienza a apoderarse de nosotros. No nos atrevemos a pasar a la «otra orilla». La cultura moderna nos resulta un país extraño y hostil. El futuro nos da miedo. La creatividad parece prohibida. Algunos creen más seguro mirar hacia atrás para mejor ir adelante.
Jesús nos puede sorprender a todos. El Resucitado
tiene fuerza para inaugurar una fase nueva en la historia del
cristianismo. Solo se nos pide fe. Una fe que nos libere de tanto miedo y
cobardía, y nos comprometa a caminar tras las huellas de Jesús.
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