viernes, 20 de febrero de 2015
Evangelio del Primer Domingo del Tiempo de Cuaresma
Empujados al desierto
Marcos presenta la escena de Jesús en el desierto
como un resumen de su vida. Señalo algunas claves. Según el
evangelista, «el Espíritu empuja a Jesús al desierto». No es una
iniciativa suya. Es el Espíritu de Dios el que lo desplaza hasta
colocarlo en el desierto: la vida de Jesús no va a ser un camino de
éxito fácil; más bien le esperan pruebas, inseguridad y amenazas.
Pero el «desierto» es, al mismo tiempo, el mejor lugar para escuchar, en silencio y soledad, la voz de Dios.
El lugar al que hay que volver en tiempos de crisis para abrirle
caminos al Señor en el corazón del pueblo. Así se pensaba en la época de
Jesús.
En el desierto, Jesús «es tentado por Satanás». Nada se dice del contenido de las tentaciones. Solo que provienen de «Satanás»,
el Adversario que busca la ruina del ser humano destruyendo el plan de
Dios. Ya no volverá a aparecer en todo el evangelio de Marcos. Jesús lo
ve actuando en todos aquellos que lo quieren desviar de su misión,
incluido Pedro.
El breve relato termina con dos imágenes en fuerte contraste: Jesús «vive entre fieras», pero «los ángeles le sirven».
Las «fieras», los seres más violentos de la creación, evocan los
peligros que amenazarán siempre a Jesús y su proyecto. Los «ángeles»,
los seres más buenos de la creación, evocan la cercanía de Dios que
bendice, cuida y defiende a Jesús y su misión.
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sábado, 14 de febrero de 2015
Evangelio del Sexto Domingo del Tiempo Ordinario
Dios acoge a los "impuros"
De forma inesperada, un leproso «se acerca a Jesús».
Según la ley, no puede entrar en contacto con nadie. Es un «impuro» y
ha de vivir aislado. Tampoco puede entrar en el templo. ¿Cómo va a
acoger Dios en su presencia a un ser tan repugnante? Su destino es vivir
excluido. Así lo establece la ley. A pesar de todo, este leproso
desesperado se atreve a desafiar todas las normas. Sabe que está obrando
mal. Por eso se pone de rodillas. No se arriesga a hablar con Jesús de
frente. Desde el suelo, le hace esta súplica: «Si quieres, puedes
limpiarme». Sabe que Jesús lo puede curar, pero ¿querrá limpiarlo?, ¿se atreverá a sacarlo de la exclusión a la que está sometido en nombre de Dios?
Sorprende la emoción que le produce a Jesús la cercanía del leproso.
No se horroriza ni se echa atrás. Ante la situación de aquel pobre
hombre, «se conmueve hasta las entrañas». La ternura lo desborda.
¿Cómo no va a querer limpiarlo él, que solo vive movido por la
compasión de Dios hacia sus hijos e hijas más indefensos y despreciados?
Sin dudarlo, «extiende la mano» hacia aquel hombre y «toca» su piel
despreciada por los puros. Sabe que está prohibido por la ley y que, con
este gesto, está reafirmando la trasgresión iniciada por el leproso. Solo lo mueve la compasión: «Quiero: queda limpio».
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Evangelio del Domingo
lunes, 9 de febrero de 2015
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