Con Jesús en medio de la crisis
14 de octubre de 2012 (Marcos 10,17-30)
Antes de que se ponga en camino, un desconocido se acerca a Jesús corriendo. Al parecer, tiene prisa para resolver su problema: "¿Qué haré para heredar la vida eterna?". No le preocupan los problemas de esta vida. Es rico. Todo lo tiene resuelto.
Jesús lo pone ante la Ley de Moisés. Curiosamente,
no le recuerda los diez mandamientos, sino solo los que prohíben actuar
contra el prójimo. El joven es un hombre bueno, observante fiel de la
religión judía: "Todo eso lo he cumplido desde pequeño".
Jesús se le queda mirando con cariño. Es admirable la vida de una persona que no ha hecho daño a nadie.
Jesús lo quiere atraer ahora para que colabore con él en su proyecto de
hacer un mundo más humano, y le hace una propuesta sorprendente: "Una
cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres...
y luego sígueme".
El rico posee muchas cosas, pero le falta lo único que permite
seguir a Jesús de verdad. Es bueno, pero vive apegado a su dinero. Jesús le pide que renuncie a su riqueza y la ponga al servicio de los pobres. Solo compartiendo lo suyo con los necesitados, podrá seguir a Jesús colaborando en su proyecto.
El joven se siente incapaz. Necesita bienestar. No tiene fuerzas para vivir sin su riqueza. Su dinero está por encima de todo.
Renuncia a seguir a Jesús. Había venido corriendo entusiasmado hacia
él. Ahora se aleja triste. No conocerá nunca la alegría de colaborar con
Jesús.
La crisis económica nos está invitando a los seguidores de Jesús a dar pasos hacia una vida más sobria, para compartir con los necesitados lo que tenemos
y sencillamente no necesitamos para vivir con dignidad. Hemos de
hacernos preguntas muy concretas si queremos seguir a Jesús en estos
momentos.
Lo primero es revisar nuestra relación con el dinero: ¿Qué hacer
con nuestro dinero? ¿Para qué ahorrar? ¿En qué invertir? ¿Con quiénes
compartir lo que no necesitamos? Luego revisar nuestro consumo para
hacerlo más responsable y menos compulsivo y superfluo: ¿Qué compramos?
¿Dónde compramos? ¿Para qué compramos?
¿A quiénes podemos ayudar a comprar lo que necesitan?
¿A quiénes podemos ayudar a comprar lo que necesitan?
Son preguntas que nos hemos de hacer en el fondo de nuestra
conciencia y también en nuestras familias, comunidades cristianas e
instituciones de Iglesia. No haremos gestos heroicos, pero si damos
pequeños pasos en esta dirección, conoceremos la alegría de seguir a
Jesús contribuyendo a hacer la crisis de algunos un poco más humana y
llevadera. Si no es así, nos sentiremos buenos cristianos, pero a nuestra religión le faltará alegría.
José Antonio Pagola
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