Dios ama al mundo
No
es una frase más. Palabras que se podrían eliminar del Evangelio, sin
que nada importante cambiara. Es la afirmación que recoge el núcleo
esencial de la fe cristiana. «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su
Hijo único». Este amor de Dios es el origen y el fundamento de nuestra esperanza.
«Dios ama el mundo». Lo ama tal como es. Inacabado e incierto. Lleno de conflictos y contradicciones. Capaz de lo mejor y de lo peor.
Este mundo no recorre su camino solo, perdido y desamparado. Dios lo
envuelve con su amor por los cuatro costados. Esto tiene consecuencias
de la máxima importancia.
Jesús es, antes que nada, el «regalo» que Dios ha hecho al mundo, no solo a los cristianos.
Los investigadores pueden discutir sin fin sobre muchos aspectos de su
figura histórica. Los teólogos pueden seguir desarrollando sus teorías
más ingeniosas. Solo quien se acerca a Jesucristo como el gran regalo de
Dios, puede ir descubriendo en todos sus gestos, con emoción y gozo, la
cercanía de Dios a todo ser humano.
La razón de ser de la Iglesia, lo único que justifica su
presencia en el mundo es recordar el amor de Dios. Lo ha subrayado
muchas veces el Concilio Vaticano II: La Iglesia «es enviada por Cristo a
manifestar y comunicar el amor de Dios a todos los hombres». Nada hay
más importante. Lo primero es comunicar ese amor de Dios a todo ser
humano.
Según el evangelista, Dios hace al mundo ese gran regalo que es
Jesús, «no para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por
él». Es muy peligroso hacer de la denuncia y la condena del mundo moderno todo un programa pastoral.
Solo con el corazón lleno de amor a todos, nos podemos llamar unos a
otros a la conversión. Si las personas se sienten condenadas por Dios,
no les estamos transmitiendo el mensaje de Jesús sino otra cosa: tal
vez, nuestro resentimiento y enojo.
En estos momentos en que todo parece confuso, incierto y
desalentador, nada nos impide a cada uno introducir un poco de amor en
el mundo. Es lo que hizo Jesús. No hay que esperar a nada. ¿Por qué no
va a haber en estos momentos hombres y mujeres buenos, que introduzcan
entre nosotros amor, amistad, compasión, justicia, sensibilidad y ayuda a
los que sufren? Estos construyen la Iglesia de Jesús, la Iglesia del amor.
José Antonio Pagola
4 Cuaresma - B
(Juan 3,14-21)
(Juan 3,14-21)
15 de marzo 2015
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